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martes, 23 de febrero de 2016

¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío

DEBES SABERLO
pastoreen el rebaño que Dios les ha dado, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo. 1Pedro 5:2


INFORMACIÓN
UN MAL DEL PASADO Y DE NUESTRO TIEMPO 

¿Qué es la depresión?

ENFOQUE CLÍNICO

La depresión clínica, es una enfermedad grave y común que nos afecta física y mentalmente en nuestro modo de sentir y de pensar. La depresión nos puede provocar deseos de alejarnos de nuestra familia, amigos, trabajo, y escuela. Puede además causarnos ansiedad, pérdida del sueño, del apetito, y falta de interés o placer en realizar diferentes actividades.
“Juan y yo habíamos imaginado durante mucho tiempo planes maravillosos para visitar a nuestras familias y volver a ver a nuestros amigos. Sin embargo, en ese momento hacer un viaje, era la última cosa que yo quería hacer. ¡Me sentía tan cansada! Algunas mañanas ni siquiera podía levantarme de la cama”.
“Me despertaba todas las noches antes del amanecer. Me preocupaba por mi bebé, por mi mamá, por mi trabajo. Luego, cuando logré conseguir uno, ni siquiera podía concentrarme en lo que estaba haciendo”.
“Mi familia y mis amigos se dieron cuenta que "yo ya no era el mismo". No podía disfrutar de las cosas que me gustaban, como el baile, ver una película, e incluso hacer el amor. ¡No entendía qué me estaba pasando, y me preocupaba pensar que me sentiría así para siempre!”
“Tenía problemas enormes para dormir, no hacía bien mi trabajo, le perdí el gusto a las comidas”.
“Después de dar a luz a mi bebé, pensé que estaría feliz, pero me sentía cada vez peor. Estaba muy triste, me sentía culpable de no disfrutar de mi nuevo bebé”.
¿Es esto lo que le está pasando a usted?
¿Le está sucediendo a alguien que usted conoce?

¿Sabía que todas estas personas podrían estar experimentando una depresión clínica?
Casi todos nosotros hemos sentido alguna vez, una inmensa tristeza en nuestras vidas. Esto es normal. Pero si esta tristeza o actitud depresiva continúa por mas de dos semanas, se debe buscar ayuda. Sentir tristeza es normal, estar deprimido clínicamente no lo es.
La depresión clínica no es simplemente una angustia, es también una tristeza o melancolía permanente. Nos lleva a sentir inútiles, sin esperanza; a veces, es posible que nos querramos dar por vencidos. La depresión clínica causa pérdida del placer en la vida diaria, tensión en el trabajo y en las relaciones, agrava condiciones médicas e incluso puede llevarle al suicidio.
Con ayuda esa nube oscura desaparecerá y volverá a ver el cielo azul. El sol puede y debe brillar de nuevo para usted.
La depresión es una enfermedad tratable. Con ayuda y apoyo se puede curar.
La depresión clínica puede ser tratada.
Podemos volver a tomar el control de nuestras vidas. No necesitamos vivir sintiéndonos ansiosos, tristes e irritables. ¡Tampoco necesitamos pasar noches en vela!

Cualquier persona que experimente síntomas depresivos debe ser diagnosticada y tratada.
Existen diferentes maneras de controlar las diferentes formas de depresión. La más común, pero la más severa es la depresión clínica. En este folleto nos dedicamos a explicarle sobre la depresión clínica.
Diagnóstico
¿A quién le puede afectar la depresión clínica?
Puede afectar a cualquier persona, de cualquier nivel económico y en cualquier edad. ¡Las enfermedades mentales no discriminan! Afectan a ricos y pobres, blancos y negros, hispano/latinos y asiáticos, ancianos y niños.
Sin embargo, cuando los hispanos/latinos experimentamos problemas de salud mental, debemos afrontar además de nuestra enfermedad, numerosas barreras para recibir cuidados y tratamiento adecuados. Entre las barreras más comunes se encuentran las diferencias socio-económicas, la desigualdad en el acceso de cobertura en salud, la falta de sensibilidad sociocultural en la relación paciente — proveedor, y la falta de seguro de salud.
Por eso es importante que estemos bien informados sobre nuestros derechos de ser respetados y atendidos con dignidad y libres de prejuicios o estigmas.

¿Cuáles son los factores que contribuyen a la depresión clínica?
Las razones para caer en un estado depresivo son muy variadas. Algunas personas caen en depresión clínica cuando experimentan un acontecimiento emotivo en sus vidas, por ejemplo, cuando perdemos el trabajo o terminamos una relación amorosa importante.
A otras personas les puede afectar como resultado de una suma de factores y acontecimientos: Cuando migramos y dejamos atrás en nuestro país nuestra familia y amigos más queridos; cuando sentimos falta de habilidad para comunicarnos; cuando nos resulta difícil entender e integrarnos a una nueva cultura. Sin embargo, hay gente que puede llegar a sentirse deprimida sin ninguna advertencia previa.
Algunos factores que pueden contribuir a la depresión clínica son entre otros:

  • Sexo, las mujeres sufren dos veces más de depresión que los hombres. Aunque las razones no son claras, existen diferencias genéticas y hormonales que pueden contribuir a la depresión.
  • Antecedentes familiares, cuando algún miembro de su familia padece de depresión severa, hay el doble de posibilidades para adquirirla. Aunque puede ocurrir en personas que no tienen parientes con depresión.
  • Uso de ciertas medicinas, algunos medicamentos con o sin receta médica pueden causar depresión clínica. 
  • Cambios o dificultades en la vida, tales como divorcio, jubilación, la muerte de un ser querido, pérdida del trabajo, cambio de país y estilo de vida, crecientes presiones en el trabajo o incremento en la pobreza.
  • Sentimientos de pérdida de control sobre nuestras vidas. Aquellas personas a menudo sienten que perdieron el control y pasan mucho tiempo lamentándose por ello, tienen mayor probabilidad de desarrollar una depresión mayor.
  • Presencia de otras enfermedades tales como Alzheimer, cáncer, diabetes, afecciones al corazón, desórdenes hormonales, mal de Parkinson o trombosis. Así como también otros trastornos mentales como la ansiedad y trastornos de la alimentación.
  • Abuso del alcohol o drogas, cuando se tiene problemas de consumo de alcohol y otras drogas se tiene mayor probabilidad de desarrollar una depresión mayor.
Si sospecha que está sufriendo de depresión, complete el siguiente cuestionario. Este ejercicio le ayudará a identificarla. Para ello tenga en cuenta las siguientes pautas:
Piense acerca de lo que está sintiendo. Defina cuál es el síntoma más cercano a lo que usted siente. Conteste honestamente a cada una de las preguntas. Marque sus respuestas en el cuadro al frente.
  • ¿Estoy triste o enfermo de depresión?
  • ¿Se siente triste, ansioso, o tiene un sentimiento de vacío permanente?
  • ¿Tiene sentimiento de culpa, no le encuentra sentido a su vida, o está desesperado?
  • ¿Tiene problemas para concentrarse, memorizar, o tomar decisiones?
  • ¿Se siente muy cansado, débil o sin energía?
  • ¿Tiene problemas para dormir, padece de insomnio o se da cuenta de que está durmiendo demasiado?
  • ¿Ha perdido el apetito y el interés en comer o por el contrario, encuentra que está comiendo todo el tiempo?
  • ¿Se siente irritado o desesperado?
  • ¿Tiene dolores y sufrimientos que no se alivian por más que lo ha intentado?
  • ¿Ha perdido interés en actividades que antes disfrutaba, incluyendo el sexo?
  • ¿Tiene sentimientos de culpa, desespero, abandono, pesimismo o desesperanza?
  • ¿Tiene pensamientos suicidas o de muerte? 
Síntomas
¿Cuáles son los síntomas de la depresión clínica?
Existen varios, sin embargo, no se presentan los síntomas de la misma manera en todas las personas. En algunas personas pueden aparecer sólo algunos, mientras que en otras pueden presentarse muchos de ellos.
Pida cita con su doctor de inmediato, si:
  • Ha tenido cinco o más de estos síntomas por más de dos semanas;
  • Los síntomas están afectando su vida diaria;
  • Ha contemplado la posibilidad de suicidio.
Cuando vaya a ver a su médico, puede llevarle sus respuestas a este cuestionario. También puede pedir que le hagan una prueba sobre depresión. Estas pruebas están disponibles en todo el país, son gratis, rápidas y fáciles de hacer. Para hacerla no necesita dar su nombre, son confidenciales.
No se sienta avergonzado de buscar ayuda. Siempre es más saludable y recomendable hablar con alguien que tratar de buscar alivio en el alcohol o las drogas. Además esta práctica puede agravar más aún sus síntomas de depresión.

El tratamiento
¿Cómo se trata la depresión?
Las maneras más comunes de tratar la depresión clínica son suministrando medicamentos, psicoterapia, o una combinación de ambos. La elección del tratamiento depende de:
  • la severidad de los síntomas,
  • los antecedentes de la enfermedad,
  • la preferencia de la persona.
La depresión clínica es una de las enfermedades médicas más tratables. De cada 10 personas con depresión, más de ocho se sentirán mejor con ayuda profesional.
Muchos hispano/latinos no buscamos ayuda para tratar la depresión. Creemos erróneamente que si lo hacemos podemos ser calificados como personas débiles o sin carácter. Otras veces, creemos que los síntomas de la depresión desaparecerán con el tiempo, por sí solos, "si ponemos de nuestra parte". Estas ideas son falsas. Cualquier persona que sufra de depresión, así como cualquier otra enfermedad grave, necesita ayuda profesional especializada. Los síntomas seguirán ahí, hasta tanto no se inicie el tratamiento; entre más pronto lo hagamos, más pronto nos empezaremos a sentir mejor.

Medicamentos
Los medicamentos comunes para el tratamiento de la depresión se llaman antidepresivos. Ellos restablecen el equilibrio químico normal de las partes del cerebro que tienen que ver con las emociones. Los antidepresivos no crean hábito, ni cambian nuestra personalidad. Ellos nos ayudan a tener un mejor estado de animo, así como a mejorar nuestros patrones de apetito y sueño.
Normalmente los antidepresivos necesitan tiempo para que alcancen todo su potencial, es decir, no actúan sobre nuestro organismo de manera inmediata. Después de haber iniciado el tratamiento, comenzaremos a sentir mejor en 3 o 4 semanas. Algunas personas pueden tardar de 6 a 8 semanas antes de sentir su acción benéfica.
Para recetarle el medicamento que más le convenga, su médico tendrá que observarlo y con su ayuda decidirá la cantidad que funciona mejor en su organismo. Por eso es importante que se comunique regularmente con él y que tome los medicamentos tal y como le indique. Progresivamente su doctor podrá sugerirle cambio en las dosis hasta lograr el tratamiento más adecuado para usted.
Aún cuando nos empecemos a sentir mejor, es muy importante que entendamos que debemos continuar tomando nuestros antidepresivos, por lo menos de 4 a 9 meses después de que los síntomas hayan mejorado.

Psicoterapia
Podemos elegir diferentes formas de psicoterapia, que incluye tratamiento individual, familiar o de grupo. Los psicólogos clínicos, psiquiatras, trabajadores sociales y consejeros están preparados para entender y ayudarle a manejar mejor sus problemas.
“Para mí fue difícil tomar la decisión de ir a ver al Dr. García. Pero hablar con él me ayudó mucho. Escuchó mis problemas con mucha atención, nunca me hizo sentir avergonzado. Tampoco me criticó por sentirme como me sentía. Después de un tiempo, volví a tener optimismo acerca de mi futuro. Sin la terapia, no me imagino dónde estaría hoy.”
“No quería ir a ver a un terapeuta, me sentía muy nerviosa. Además me parecía que no tenían derecho de enterarse de mis problemas. ¿Por qué hablar con un desconocido, si ni siquiera quería que se enterara mi mejor amiga? Sin embargo, con mi silencio las cosas no mejoraban. Por más que ponía todo mi empeño cada día me sentía más y más deprimida. Conseguí el nombre de una terapeuta en español y cerca de mi trabajo. Después de 3 meses de recibir ayuda de un consejero y tomar mis antidepresivos, empecé a ver luz al final del túnel. Todavía me siento muy orgullosa de mi misma, no sólo por haber superado mi desconfianza para pedir ayuda, sino por haber logrado dar el paso hacia mi mejoría”.
“Despues de un mes de terapia y de tomar medicamentos, sentí esperanza de nuevo, me siento como antes. Mi familia está aliviada y contenta de verme así”.
Los medicamentos y la terapia no funcionan para todos en la misma forma. Por esta razón, si no se siente mejor después de 6 u 8 semanas de haber empezado con su tratamiento, hable con su doctor. Quizá un cambio en la dosis de su medicamento o un cambio de terapeuta, puedan ayudarlo mejor.

Demuéstrele a su ser querido que le interesa su salud
Algunas personas que sufren de depresión, no tienen la voluntad, ni la energía para buscar ayuda y someterse a un tratamiento. Otras, no ven sus síntomas de forma clara, o niegan que los tienen. Si un ser querido está sufriendo de depresión clínica, no lo deje solo, háblele sobre su preocupación y sobre todo ayúdele llamando al doctor y haciendo una cita para ellos. ¡Acompáñelo! Los miembros de la familia o amigos de confianza pueden participar en el tratamiento. Por eso, pregunte cómo puede ayudar a la persona deprimida a fin de evitar una recaída.
¿Cómo obtener ayuda?
  1. El primer paso: Tome la decisión de pedir ayuda
    Sabemos que puede estar sintiendo demasiado cansado o irritado para buscar ayuda. Por favor, no se dé por vencido. Trate de reunir fuerzas y haga esa primera llamada telefónica que está necesitando. Explique sus síntomas. Después su doctor le hará un examen físico, para cerciorarse si hay problemas físicos causantes de sus síntomas.
  2. El segundo paso: Siga los consejos de su doctor.
    Su médico puede pensar que tiene depresión clínica. En ese caso, le podrá sugerir hablar con un psiquiatra, un psicólogo, un consejero, un trabajador social, o con un enfermero psiquiátrico.
  3. El tercer paso: Cumpla todas las citas con el profesional de salud mental.
    Es posible que algunos días sienta deseos de no ir al terapeuta. Sin embargo, es necesario que haga el esfuerzo por cumplir con sus citas. En esos días, pida ayuda a un amigo para que lo acompañe, si no desea ir sólo.
  4. El cuarto paso: Tome las medicinas como le han indicado
    Si su médico o psiquiatra le han recetado medicamentos antidepresivos, es muy importante que siga las instrucciones que ellos le han dado. Estas mismas instrucciones aparecen escritas en el frasco de su medicamento. Tome todas las dosis sin falta. Sea paciente, recuerde que las medicinas antidepresivas pueden tomar 8 semanas antes que sienta mejoría.
  5. El pago por el tratamiento
    Existen varias posibilidades de pago para su tratamiento. Estas incluyen:
  6. el seguro privado de la salud,
  7. los programas de ayuda a los empleados (EAP), y
  8. el Medicaid o el Medicare.
Si usted no tiene seguro o no puede pagar por el tratamiento, existe la posibilidad de obtener servicios gratuitos o de bajo costo. Para mayor información llame a su departamento local de salud.
¡Usted es la persona más importante en su tratamiento, aprovéchelo al máximo!
¡Sáquele el mejor partido a su tratamiento!
  • Hable francamente con su doctor y/o terapeuta. No tema preguntarle ni pedirle aclaración sobre sus dudas. Exprese sus preocupaciones.
  • ¡No se dé por vencido! Puede suceder que tome tiempo antes de encontrar el tratamiento que funciona para su caso. Nunca suspenda su medicamento sin hablar con su médico.
  • Si no siente mejoría después de 6 o 8 semanas hable con su doctor. Es posible que necesite un enfoque diferente en su tratamiento, o una segunda opinión.
  • Busque un grupo de apoyo. Otras personas que están enfrentando problemas de depresión podrán enseñarle habilidades y destrezas que le ayuden con su enfermedad; así mismo, podrán darle información sobre otros recursos disponibles.
  • Cuídese, trate de dormir 8 horas cada noche. Camine o haga algún tipo de ejercicio cada día. Coma alimentos saludables.
  • Muchas personas buscan apoyo, y encuentran fortaleza en su espiritualidad, en sus principios religiosos o en la oración.

lunes, 22 de febrero de 2016

Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados

DEBES SABERLO
pastoreen el rebaño que Dios les ha dado, velando por él, no por obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero, sino con sincero deseo. 1Pedro 5:2

INFORMACIÓN
¿AMARGADO Y CARCOMIDO?
                                        Mirad Bien
Alberto había hecho abandono del hogar y se había ido con otro hombre a la ciudad capital, dejando a su marido y a sus dos hijos. Explicó el pastor que los esposos eran buenos cristianos y que “no había motivo” para que ella abandonara a su familia. Aproximadamente seis semanas después, la mujer entró en razón y volvió a casa arrepentida. En forma inmediata, pidió perdón a Alberto, a los hijos y hasta se presentó ante la congregación para mostrar públicamente su arrepentimiento y su disposición a sujetarse a la disciplina de la iglesia.

Alberto explicó en palabras terminantes que aunque había permitido que su esposa regresara al hogar, no la había perdonado y no la perdonaría. Peor todavía, declaró que estaba dispuesto a esperar el tiempo necesario (hasta que los hijos de 6 y 9 años crecieran y se hicieran mayores) para entonces vengarse de ella. Aunque había transcurrido poco tiempo desde el incidente con su esposa, ya se veían huellas de amargura en el rostro de Alberto.

La amargura no se ve solamente en casos tan extremos. Hay centenares de otros ejemplos de personas que sufrieron ofensas por cosas que parecieran triviales. Menciono sólo tres: 

(1) Una mujer se ofendió porque el pastor no estaba de acuerdo con su definición de “alabanza", y desde aquel momento empezó a maquinar para sacarlo de la iglesia; 

(2) un hombre vivió amargada desde que lo pasaron por alto para un ascenso en su empleo. 

(3) El intercambio de cartas con una profesora de Centroamérica ilustra cuán sutil puede ser la amargura en la vida del creyente. El problema de presentación era que esta mujer se sentía sola y triste porque su hija, yerno y nietos se habían mudado a los Estados Unidos de América. En su segunda carta no utilizó la palabra “sola” sino “abandonada", y en lugar de “triste” surgió el término “enojada". En las siguientes misivas se hizo evidente que estaba sumergida en autocompasión y amargura. No sólo se sentía herida porque su hija vivía en otro país, sino además resentida porque (según ella) los otros familiares que vivían cerca no la tomaban en cuenta “después de todo lo que ella hizo por ellos".

Un ministro empezó a estudiar el tema de la amargura poco después de un grave problema que tuvo en la iglesia a que asistía desde hace varios años. La dificultad radicaba en una seria diferencia de filosofía de ministerio entre los diáconos y los ancianos. Pero lo que causó la desunión no fue el problema en sí –que se habría podido resolver buscando a Dios en oración, en su Palabra y con un franco diálogo entre las partes – sino las personas ofendidas, los chismes, y la amargura resultante.

En medio de esa crisis en la congregación, tuvo que viajar a otro país para enseñar sobre el tema “Cómo aconsejar empleando principios bíblicos". Era domingo por la mañana y esperaba que me pasaran a buscar para ir a la iglesia. Puesto que el culto comenzaba tarde contaba con un par de horas para descansar, y prendió la televisión para escuchar la transmisión del sermón del pastor de la iglesia más grande de la ciudad. 

No podía creer lo que oía: ese pastor estaba predicando sobre el tema que él había enseñado el día anterior, el perdón. Como si un rayo penetrara en su corazón, el Espíritu Santo le mostró que él también era culpable de estar dejando crecer una raíz de amargura en su vida por lo que ocurría en la congregación. En forma inmediata se arrodilló para confesar el pecado, recibir el perdón de Dios y perdonar a los que le habían hecho daño. ¡Qué alivio trajo a su alma! Era como si alguien sacara un peso enorme de sus hombros.

Ese problema que vivió en la iglesia tiene todos los elementos que este estudio desea tratar. Quizá por esa razón el Señor le permitió experimentarlo.

La amargura es el pecado más fácil de justificar y el más difícil de diagnosticar porque es razonable disculparlo ante los hombres y ante el mismo Dios. A la vez, es uno de los pecados más comunes, peligrosos y perjudiciales y –como veremos– el más contagioso.

Es nuestra esperanza y oración que la persona amargada no solamente se dé cuenta de que en verdad eso es pecado, sino que además encuentre la libertad que sólo el perdón y la maravillosa gracia de Dios le pueden ofrecer.


LA DEFINICION DE LA AMARGURA

En el griego del Nuevo Testamento, “amargura” proviene de una palabra que significa punzar. Su raíz hebrea agrega la idea de algo pesado. Finalmente, el uso en el griego clásico revela el concepto de algo fuerte. La amargura, entonces, es algo fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón.

La amargura no tiene lugar automáticamente cuando alguien me ofende, sino que es una reacción no bíblica (es decir pecaminosa) a la ofensa o a una situación difícil y por lo general injusta. 

No importa si la ofensa fue intencional o no. Si el ofendido no arregla la situación con Dios, la amargura le inducirá a imaginar más ofensas de la misma persona. La amargura es una manera de responder que a la larga puede convertirse en norma de vida. Sus compañeros son la autocompasión, los sentimientos heridos, el enojo, el resentimiento, el rencor, la venganza, la envidia, la calumnia, los chismes, la paranoia, las maquinaciones vanas y el cinismo.

La amargura es resultado de sentimientos muy profundos, quizá los más profundos de la vida. La razón por la que es tan difícil de desarraigar es triple: En primer lugar, el ofendido considera que la ofensa es culpa de otra persona (y muchas veces es cierto) y razona: “El/ella debe venir a pedirme disculpas y arrepentirse ante Dios. Yo soy la víctima".

El cristiano se siente culpable cuando comete un pecado. Sin embargo, no nos sentimos culpables de pecado por habernos amargado cuando alguien peca contra nosotros, pues la percepción de ser víctima eclipsa cualquier sentimiento de culpa. Por lo tanto este pecado de amargura es muy fácil justificar.

En segundo lugar, casi nadie nos ayuda a quitar la amargura de nuestra vida. Por lo contrario, los amigos más íntimos afirman: “Tú tienes derecho… mira lo que te ha hecho", lo cual nos convence aun más de que estamos actuando correctamente.

Finalmente, si alguien cobra suficiente valor como para decirnos: “Amigo, estás amargado; eso es pecado contra Dios y debes arrepentirte", da la impresión de que al consejero le falta compasión (recuerde, que el ofendido piensa que es víctima). 

Pasó recientemente en un diálogo con una mujer que nunca se ha podido recuperar de un gran mal cometido por su padre. Ella lleva más de 30 años cultivando una amargura que hoy ha florecido en todo un huerto. Cuando compasivamente (Gálatas 6:1) le mencioné que era hora de perdonar y olvidar lo que queda atrás (Filipenses 3:13), me acusó de no tener compasión. Peor todavía, más tarde descubrí que se quejó a otras personas, diciendo que como consejero carecía de “simpatía” y compasión.

Hasta es posible perder la amistad de la persona amargada por haberle aconsejado que quite la amargura de su vida (Efesios 4:31). El siguiente ejemplo ilustra cómo la amargura puede dividir a amigos y familiares. Florencia, una joven de 21 años, pertenece a una familia que durante años ha sufrido una contienda familiar. Ella es la única que no desea culpar a los demás ni demostrar que tiene razón sino que anhela ver reconciliación. 

La pelea comenzó poco después del nacimiento de Florencia, sobre lo que al principio fue algo insignificante. Veinte años más tarde, alimentada por imaginaciones vanas, rencor y paranoia, existe una gran brecha entre dos grupos de la familia. 

A pesar de que casi todos son cristianos, la lucha es más fuerte que nunca. Florencia, tomando en serio lo que dice la palabra de Dios sobre la amargura, con toda el alma quiere que la familia se reconcilie. Se siente impotente, sin embargo, porque está bajo la amenaza de no poder volver a casa de sus padres si pisa la propiedad de su hermana y su cuñado.

Finalmente, el lector notará una característica interesante en casi todos los ejemplos de este libro: por regla general nos amargamos con las personas más cercanas a nosotros.